lunes, 9 de agosto de 2010

LA TABERNA; EL LLAGAR Y LA ESPICHA


El chigre-

Nombre tomado de una grúa de carga y descarga de barcos por su similitud con un artefacto para el descorche de botellas y que se extendió al local.

El llagar-

Abierto al público, y las sidrerías, son lugares indispensables de sociabilidad en la sociedad asturiana y están intensamente vinculados al ocio popular. En particular, la sociabilidad asociada al consumo de sidra se caracteriza por su mayor intensidad respecto a la generada en torno a otras bebidas debido en parte a la particular forma de servicio, el escanciado, y más aún a la forma de degustar la bebida compartiendo el vaso, lo que supone un alto grado de interconexión entre el grupo de bebedores.

La espicha-

Por su parte la espicha, que en su sentido originario no era más que la apertura de un tonel de sidra con ocasión de una celebración o el pago de una ayuda comunitaria, es un espacio y una ocasión de consumo típicamente regionales. Desde mediados del siglo XIX, con la paulatina mercantilización de las costumbres agrarias, se convirtió en un negocio de creciente éxito, extendiéndose su práctica a los ámbitos urbanos.
Cuantiosos y muy variados son los testimonios literarios que nos presentan el chigre y el llagar como espacios de libertad, discusión y solidaridad —eminentemente masculinos— en los que el consumo de alcohol juega un papel fundamental. También es el lugar más idóneo para la transmisión de información, jugando un papel destacado en el funcionamiento de la comunidad. Así es representado en la obra de Palacio Valdés.
La consumación de algunos negocios puede llevarse a cabo en un establecimientode bebidas, espacialmente en los días de mercado. Los mercados campesinos eran una institución multifuncional y polifacética. Eran centros de sociabilidad y de información imprescindibles para las comunidades rurales y no sólo constituían una ocasión para comprar o vender lo necesario para la explotación campesina, sino que también era una oportunidad para acudir a las atracciones de pago y a los festejos de la feria, para«hacer papeleo». Los mercados, además, serían importantes puntos de contacto y fuente de rumores como materialización de una sociabilidad de género muy específica. Cuando el mercado se celebraba en una cabecera comarcal los campesinos comercializaban en él algunas mercancías provenientes de sus escasos excedentes.

Una de las variaciones más significativas de la taberna asturiana es la distinta codificación interna del espacio debido al consumo de sidra, ya que resulta contraproducente sentarse por el escanciado que implica que se vierta parte del líquido y se produzcan salpicaduras; en especial en los establecimientos dedicados exclusivamente a la venta de sidra, como son la sidrería o el lagar. La diferencia más significativa es la menor presencia de mesas y taburetes ya que, para evitar las salpicaduras, la sidra se consume a pie firme. En el caso del lagar, además, el diseño original del espacio no contaba con la apertura al público, abriendo en ocasiones sólo temporalmente.El servicio de sidra hace que estos lugares sean húmedos, obligando a regar de serrín el suelo para absorber el caldo sobrante de libaciones y escanciado. Por otra parte, son espacios que suelen contar con patios y zonas de juego al aire libre, principalmente boleras. Como se ha señalado, el llagar podía abrirse al público sólo hasta que se agotase la producción de sidra.

La taberna rural es presentada con frecuencia de manera más indulgente, seguramente por sus carácter más interclasista y por cumplir más funciones que la urbana, como ser tienda mixta o estanco además de un lugar de consumo de bebidas. Por último, los espacios de consumo de bebidas también cumplían su función en el desarrollo de la fiesta popular. La romeria tradicional aún seguía siendo en la Restauración una pieza clave en el tiempo libre de la sociedad asturiana y parece que el proceso de industrialización la estaba incluso revitalizando, aunque los cambios se hacían cada vez más patentes al compás de la disolución de los marcos sociales tradicionales. Curiosamente, A. Palacio Valdés nos da noticia de que, en ocasiones, la romería se celebraba en un lagar, aprovechando el que éste tuviese un espacio adecuado para celebrar el baile. En cualquier caso, la taberna podía ser un lugar propicio para concluir la jornada festiva.

"Luis Benito García Álvarez"

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