jueves, 20 de enero de 2011

HOSPITALES Y MALATERÍAS DE MIERES A OVIEDO


El albergue de peregrinos de Mieres, uno de los más modernos y cómodos de la ruta del Salvador, se encuentra en las antiguas escuelas del barrio de la Peña, a la salida de Mieres. Última etapa de peregrinación hasta San Salvador, en Oviedo. Allí, el Camino del Salvador enlaza con el frecuentemente denominado Camino Primitivo hacia Santiago de Compostela.

A poco más de dos kilómetros de Mieres, está el pueblo de La Rebollada, balcón sobre Mieres, llamado así por los ‘rebollos’ o robles pequeños que en algún momento de la historia poblaron este lugar. En La Rebollada existió el hospital de leprosos de Santa María Magdalena. La iglesia parroquial moderna conserva algún canecillo y un arco de la antigua iglesia románica, así como una escultura de San Lázaro procedente de la vieja malatería. Según una sugerente hipótesis de Tolivar Faes, esta malatería de la Rebolladada sería heredera del hospital de peregrinos de Copián, pueblo siguiente en el itinerario.

Jovellanos, al que se le debe parte del ondulante y difícil trazado del Padrún, antigua carretera de Castilla en cuyas curvas los autobuses y camiones tenían que pararse y maniobrar, llegó a contemplar las ruinas, que se atribuían a los templarios, de este hospital que mandó construir en 1103, Alfonso VI. Copián era el último lugar habitado antes del alto del Padrún, llamado así por una enorme piedra que separaba desde la Edad Media el concejo de Lena –hoy el concejo es Mieres, segregado de Lena en 1836– y de Oviedo. Desde el Padrún, el Camino de Santiago no iba por la antigua carretera de Castilla trazada por Jovellanos sino por un camino que sale a la derecha del puerto hacia el pueblo de Casares. Camino de cuestas más pronunciadas, pero más corto y con menos curvas que la ruta que proyectó Jovellanos. De allí, caía al valle de Olloniego, vigilado desde una colina por las ruinas del castillo de Tudela, escenario de las rebeliones de Gonzalo Peláez contra Alfonso VII. Quizás fueron esas circunstancias las que hicieron que el castillo de Tudela simbolizase vagamente las rebeliones de la nobleza asturiana contra el poder real, razón por lo que Juan I lo mandó demoler en 1383.

Santiago de Olloniego muestra en su orientación longitudinal en torno al eje de la calle principal, el típico trazado de pueblo nacido en torno a un camino, sea romano, como parece sugerir el nombre, o medieval. En relación con Santiago, tuvo Olloniego hospital de peregrinos, bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. A la salida del pueblo, en la capilla del cementerio, se conservan restos románicos de la antigua iglesia de San Pelayo, frente a la torre medieval de Muñiz, integrada en la casa fuerte de los Bernaldo de Quirós, en donde nació en el siglo XVIII el poeta Francisco Bernaldo de Quirós. Estas construcciones de los Bernaldo de Quirós se edificaron para cobrar el portazgo de la carretera de Castilla a su paso por el cercano puente medieval de Olloniego sobre el Nalón. El encauzamiento del río hizo que este puente quedase varado en un prado. Lo sustituyó el puente construido en el siglo XVIII por Juan de Villanueva. Junto al nuevo puente, se puede ver el edificio neoclásico del ‘portazgo’, en donde viajeros y mercancías pagaban por atravesar el río.


Entre Olloniego y la Manjoya se entrecruzan el camino de Santiago con una antigua vía romana que bordeaba el Picu Llanza, subía a la Venta del Aire y descendía a la Manjoya, el ‘Monxoi’ o monte de Gozo de los peregrinos franceses, animados y felices ante la proximidad de San Salvador, cuya torre de la Catedral ya divisaban. En los extrarradios de Oviedo el camino pasaba junto a la malatería de San Lázaro de Cerviceres denominada posteriormente San Lázaro de Entrecaminos. No deja de ser llamativo que al igual que a la entrada, a la salida de Oviedo hacia Galicia, en la falda del Naranco, había otra malatería, San Lázaro de Paniceres. A Oviedo se entraba por la falda del ‘Prau Picón’, en donde se encontraba la primitiva capilla de San Cipriano. Hasta allí acudían los posaderos para ofrecer sus servicios a los numerosos peregrinos que llegaban a Oviedo.

¿Cúal era el recorrido de un peregrino en la Edad Media? A Oviedo se acercaba por el barrio de San Cipriano, en la falda del ‘Prau Picón’, lugar hasta donde se acercaban los posaderos para ofrecer alojamiento a los peregrinos. Tras recorrer la calle de la Magdalena, en donde existía en el siglo XV un hospital para mujeres, entraba en la ciudad por la Puerta de Cimadevilla, el arco que hoy está integrado en el edificio del Ayuntamiento. Atravesando la puerta, se entraba en la calle de la Rúa o Rúa Francisca, que se prolonga en San Juan, en donde se encontraba la capilla y el hospital de la Balesquida. Perpendicular a la Rúa está la calle de la Platería, que les llevaría a los peregrinos a la catedral de San Salvador. Visitas principales de la catedral eran la imagen de San Salvador, muy milagrera y que entre otros prodigios hizo que un peregrino mudo, amigo de San Vicente Ferrer, recuperase la voz, y, muy especialmente, las reliquias de la Cámara Santa, inventariadas en 1075 por Alfonso VI y que concedió a Oviedo la calificación entre las catedrales, de Santa: la Sancta Ovetensis. Ambrosio de Morales describe el ritual, hoy en desuso, con el que se mostraban la reliquias al peregrino. Después de la visita, el peregrino buscaba albergue, bien particular en la Rúa de los Albergueros, bien en los hospitales de la ciudad. El más cercano, llamado de San Juan, ocupaba, desde el reinado de Alfonso VI el Palacio de Alfonso III, al que se acedía por la actual calle Schultz.

Hasta Peñaflor, un puente con historia
El Camino del Interior, seguido probablemente por Alfonso II y los reyes de la monarquía asturiana, y recorrido con seguridad por buena parte de los reyes de León y de Castilla desde Alfonso VI, salía de Oviedo por la puerta de Santiago o Socastiello, junto a la fortaleza construida por Alfonso III que cerraba la muralla de la ciudad. Pasaba junto al convento de Santa Clara, fundado por las monjas clarisas de Benavente en el siglo XIII, reformado en el siglo XVIII y ‘machacado’ con la chirriante modernización del claustro, en el siglo XX. Por la calle del Estanco –por las aguas estancadas, no por el tabaco– y la calle de la Independencia, en donde se pueden ver los restos del acueducto de Los Pilares, construido en 1568, se adentraba por La Argañosa hasta el lugar conocido como ‘Lavapiés’. Bordeando la falda del Naranco, se llegaba hasta la malatería de San Lázaro de Paniceres, para descender luego al valle del Nora que se salvaba por el Ponte de los Gallegos, que conserva hoy parte de su antigua traza.

Pasado el puente, se entraba en el concejo de las Regueras. En el Escamplero, muy cerca de Casa Concha, el hidalgo Rodrigo Alfonso de Escamplero fundó un hospital en el siglo XIV. En este lugar también existió una venta, mencionada por Jovellanos. Un poco más adelante, en Premoño, existía un hospital de peregrinos en la casona conocida como La Portalada. En la cercana ermita de Santa Ana se conserva una imagen tallada en madera de Santa Ana enseñando a leer a la Virgen.

El camino sigue por el valle del Nalón hasta cruzar el río por el puente de Peñaflor. Junto al puente, existió un hospital fundado en 1144 por Alfonso VII. Pese a la apariencia idílica del puente, este paraje fue escenario de un gracioso timo en una venta cercana a Gil Blas de Santillana y de una sangrienta batalla de la Guerra de la Independencia por la que, debido a la impericia del Marqués de la Romana, los franceses pasaron a cuchillo a los patriotas de Grado. La derrota hoy se celebra como una fiesta histórico costumbrista eso sí: sin sangre.

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3 comentarios:

  1. Una ruta muy recomendable y con mucha historia y monumentos importantes, es muy necesario reivindicar y recuperar nuestros viejos caminos que antaño fueron como las autopistas de hoy.

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  2. Quiero añadir un pueblo entre la Rebollada y Copián, se llama El Rollu y sigue existiendo

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  3. Laudelino.-Claro que existe, tienes toda la razón. Pasé muchas temporadas por los veranos en Copián. Allí tenía familia hasta hace muy poco tiempo, y en El Rollu estábamos casi todos los días. Saludos

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