viernes, 11 de febrero de 2011

BELMONTE DE MIRANDA


Las vías de comunicación históricas que atraviesan el actual concejo de Belmonte de Miranda: La Calzada de La Mesa (por el cordal Este), el Camín Francés (por el cordal Oeste) y el Camín Real (siguiendo el valle del río Pigüeña), han funcionado como ejes articuladores de la actividad socioeconómica de este territorio a lo largo de las diversas etapas históricas. Por ello, se convierten en un estupendo elemento guía para la exposición del devenir histórico del concejo.

Los datos históricos más antiguos se remontan a época paleolítica, habiéndose localizado varias piezas talladas en la sierra de Pedroriu. Sin embargo, para el periodo prehistórico, la mayor riqueza con la que cuenta nuestro municipio son las necrópolis tumulares (megalitos) que jalonan dos de las vías de comunicación antes mencionadas: la Calzada de la Mesa y el Camín Francés. Esto pone de manifiesto la antigüedad de estos caminos y resaltan su carácter de elementos organizadores de las actividades socioeconómicas de los pobladores prehistóricos.

Los megalitos son sepulcros funerarios utilizados durante el Neolítico y el Bronce Antiguo y concebidos como elementos arquitectónicos en el paisaje. Destacan del entorno por un montículo artificial que cobija una cámara adintelada construida con lajas de piedra.
De estas poblaciones prehistóricas conocemos sus lugares de enterramiento, pero no de los de habitación. También tenemos noticias de su universo mental a través del "Ídolo de Llamoso", escultura con formas ginecomorfas, cuyo hallazgo fortuito hace difícil su atribución cronológica.

La Edad del Hierro está representada por la aparición de recintos castreños. Son poblados fortificados, situados en lugares con un amplio control sobre el terreno cercano, sus recursos y sobre las vías de comunicación. De esto da fe la situación del castro de Vigaña o el de Ondes, que poseen un importante dominio visual sobre el paso del Camín Real que discurría por el margen del río Pigüeña. Este es el tipo de poblamiento que se encuentran los romanos cuando se lleva a cabo la conquista del Norte Peninsular en el siglo I d. De C. Atraídos por las posibilidades que ofrecían los yacimientos auríferos de la zona.
Durante todo el período romano siguen jugando un papel prepoderante las tres vías de comunicación antes mencionadas, tanto para las relaciones con los territorios vecinos, como para el traslado del material aurífero.

Sobre las gentes que ocupaban estas tierras en época romana y trabajaban en las minas auríferas, nos aporta información la lápida funeraria de Villaverde. En ella se menciona a una niña de doce años, llamada Bodocena e hija de Aravo, que vivió en estos parajes en la primera mitad del siglo I.
Desde el siglo VIII al XII, el actual municipio estaba dividido en dos circunscripciones: Miranda -la margen izquierda del río Pigüeña- y Salcedo - la margen derecha -. Cada uno poseía una fortificación desde la que se controlaba el territorio y de las cuales aún hoy podemos apreciar mínimos restos en el Pico Cervera (Dolia) y en la Peña El Castiellu (Carricedo).

Pero será el monasterio de Santa María de Belmonte (antiguamente denominado Lapedo) la institución que regirá los designios de este territorio desde el primer cuarto del siglo XI.
Fundado en el año 1032 en la villa de Lapedo, a lo largo de lis siglos siguientes se fue haciendo con innumerables posesiones en Miranda y en los concejos limítrofes. Aún se conservan en las inmediaciones de Belmonte restos de lo que debió ser la esplendorosa construcción románica de este cenobio.
Al monasterio también pertenecía una herrería, ya desaparecida, y un machucu que aún puede ser visitado en Alvariza. De su existencia tenemos constancia en el siglo XVI, pero su origen es, indudablemente, anterior.
Los siglos bajomedievales (XIV y XV) están protagonizados por unas familias nobles -los Quiñones y los Miranda- a quienes pertenecieron las dos torres señoriales que se conservan, la de Quintana y el lienzo de los Montonovo. Esta nobleza se hace con el poder que hasta el momento había tenido el monasterio de Santa María de Belmonte, dando un gran protagonismo a la actividad ganadera y propiciando la aparición de un grupo social diferenciado, los vaqueiros de alzada.

Su germen es la mano de obra servil que se ocupaba de los rebaños señoriales - los vaqueros - realizando una transhumancia estacional desde los pastos de invierno (situados en Miranda), hasta los pastos de verano (situados en la cabecera del valle, en Somiedo). Este proceso que se inicia en la Baja Edad Media, se prolonga durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Aún hoy pueden apreciarse las peculiaridades morfológicas que presentaba el hábitat de invierno en las brañas de Villaverde, Santa Marina, el Pontigo, Modreiros y Carricedo.
No será hasta el siglo XIX cuando el municipio adopte la fisionomía que tiene en la actualidad. Las reformas liberales y la desamortización propiciaron la integración del coto señorial en el concejo y la antigua capital, situada en Leiguarda - Selviella, se traslada a Belmonte. En 1886 los vecinos de las parroquias de Salcedo - Ondes, Llamoso y Montonovo piden su incorporación a Miranda, conformándose definitivamente la actual territorialidad. El nombre de Miranda, de raigambre altomedieval, se cambia en 1956 por el de Belmonte de Miranda.

belmontedemiranda.com

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En Albariza se encuentra EL Machuco, una fragua romana. Se trata de un mazo para trabajar el hierro en el cual hasta hace poco tiempo se fabricaban objetos como clavos, herraduras, fesorias, etc. Es una antigua fragua romana (una de las dos conservadas en Asturias), que está en muy buen estado de conservación. En la foto se ve el tapón que cierra el paso del agua a la fragua, tras su almacenamiento en el estanque que se ve, se levanta el tapón y deja paso al agua para poner en marcha el mazo.



4 comentarios:

  1. Ya veo que haces mucho caso de los comentarios. Gracias una vez más. Belmonte lo conozco bastante bien. Al Pigüeña íbamos a pescar hace bastantes años. Por entonces era un río muy truchero, aunque muy malo de andar. El ambiente del lugar del antiguo monasterio donde ahora está el cementerio es idílico. Y en el Llagarón se come muy bien. Lo puedo certificar. ; Saludos, Marisa, y a seguir.

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  2. Gracias a vuestros comentarios, me dais ideas para seguir buscando. Un saludo

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  3. Bonito articulo, a mi personalmente el concejo de Belmonte me encanta, no le falta de nada, todo el verde, la naturaleza y la montaña, hacen de el un concejo maravilloso, mucha gente de Madrid compro alli su segunda residencia, para desconectar de la contaminacion y el ruido.

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  4. Hola Juan. Muchos de los asturianos desconocen el paraíso en el que vivimos… y tienen que venir de afuera para recordárnoslo, de vez en cuando. Saludos

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