martes, 8 de febrero de 2011

EL VALLE DE ARDISANA


En el Concejo de Llanes, donde las extensas camperas que se asoman al Mar Cantábrico terminan para dar paso a las estribaciones de las Sierras de Cuera y La Cubeta, donde la leyenda dejó reflejadas las bondades de la tierra y las gentes, donde los campos y los bosques resisten con mayor entereza los ataques de los meteoros climáticos y los de los hombres, existe un valle amplio, hermoso y fértil, injustamente desconocido, no tanto por el llanisco de a pie como por sus autoridades.

El Valle de Ardisana es una zona agrícola y ganadera cultivada ya en tiempos romanos, según la etimología del latín Ar-de-sano, agrum de sésus campo de Sésamo. Los romanos encontraron en este valle un lugar férlil y con gran riqueza forestal, hoy aún es uno de los pocos enclaves de nuestra geografía donde el verdor de los prados de los bosques es más resistente a las agresiones externas.

Gastronómicamente el valle de Ardisana es rico en variedades culinarias elaboradas a partir fundamentalmente de dos principios: la huerta y el cerdo De la huerta, son las jabas y el maíz los productos básicos y en ambos casos se utilizan conjuntamente con el cerdo para crear platos como las Jabas con Pantruque y la Borona Preñada.

La Borona Preñada es una especie de pan sin levadura hecho con harina de maíz al que se introduce, antes de la cocción chorizos, jamón y tocino. Durante años, fue la Borona alimento básico junto con la leche. Del maíz se elabora también la Torta para lo que se coge la masa ya deldada y se coloca sobre la chapa de la cocina de leña entre hojas de castaño hasta que esté cocida, luego se retiran las hojas y se toma con leche, bien sola, con mantequilla o con chorizo. Los Tortos son otra variedad de la torta de maiz pero en este caso se trata de la masa directamente frita en grasa o aceite en forma oval y de unos ocho centímetros de diámetro. También de maíz se elabora el Pantruque añadiendo a la harina tocino, cebolla, pimentón, huevo y sal al gusto. Se hace una masa todo junto y se moldea en forma de pequeño bollo de pan, posteriormente se añade a la cocción de las jabas cuando estas empiezan a hervir. Por último los Emberzaos son bolas de morcilla que se obtienen amasando la sangre con cebolla y harina de maiz y cociéndolas envueltas en hojas de berza atadas con xunclanos.

Del Mataciu o matanza del cerdo se obtiene, al igual que en otras muchas partes un sin fin de productos: chorizos, morcillas. Jamón, orejas, manos, etc. Sin embargo, existen algunas recetas típicas como las manzanas y turruyos. Son los Turruyos los restos de la cocción del tocino para extraer grasa líquida. Durante el periodo de cocción se añaden manzanas pardas peladas Este tipo de manzanas tiene la cualidad de soportar la cocción sin deshacerse. Una vez en su punto se extraen con una espumadera apretándolas un poco para que suelten el exceso de grasa y se dejan enfriar. Luego se hace la misma operación con los Turruyos y se sirven templados en el mismo plato que las manzanas, a los postres.

También de los turruyos se pueden obtener algunas variedades de dulce como los suspiros de turruyo para lo que se les añade azúcar harina y se introducen en el horno en forma de galleta.

Las castañas pilongas o mayucas tienen como característica al ser amontonadas en cuerre y por la época de Cuaresma puestas a curar, luego se pelan y se cuecen con nuez machacada —salpítón—— y en algunos casos, tambien con azúcar, convirtiéndose en un postre exquisito.
También con castañas se hace el maguestu que consiste en preparar un pequeño montón de jueya y jelechos sobre las castañas. y darles fuego. Una vez que se consumió todo, se pelan las castañas entre los dedos y se toman acompañadas con culinos de sidra.

La sidra es un producto lo suficientemente universal como para ser conocido por todos. Al hablar de la sidra aquí, lo hacemos no porque pretendamos que en el Valle de Ardisana se hace mejor sidra, sino porque una parte del proceso es distinta, los mayadores se sitúan en las cuatro esquinas de la masera armados con mayos cortos, que sostienen con una mano, mientras que con la otra van, una por una, dejando caer las manzanas bajo el mayu, de esta forma se consigue una mayada muy uniforme y aunque pudiera parecer lo contrario, esta operación se ejecuta con gran rapidez.

El licor de guinda. Todas los años a principios de julio, las guindaleras están cuajadas de sus rojas frutas: empieza entonces una tradicional costumbre le gran raigambre en todo el valle: la recogida y limpieza de las guindas. Lo cierto es que en cada casa se tiene una forma distinta de preparar el licor y varían los ingredientes de un sitio a otro pero básicamente es anís, aguardiente y solisombra lo que se añade a las guindas. Una vez pasados unos cuarenta días, cuando el licor ha adquirido un color rojizo y las guindas perdieron el rojo para tomar una tonalidad parda, ya está listo para tomar. Rara es la casa que no tenga cada año algún botellón de guinda con que obsequiar a las visitas, como raro es rechazar una invitación de dicho licor.

FUENTE: http://www.llanes.as/

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