miércoles, 9 de febrero de 2011

LAS FERRERÍAS DE AGUA EN ASTURIAS


Desde muy antiguo hay constancia documental de la existencia de la industria del hierro en Asturias. Fue sin embargo en el siglo XVII y en el XVIII cuando se extendieron las ferrerías con rueda hidráulica, que supusieron un gran impulso para dichas industrias.
Como la energía utilizada era hidráulica, proporcionada por los abundantes ríos de nuestra región, el funcionamiento de estas industrias en muchos casos era estacional y solían paralizarse durante los meses del verano debido a la escasez de agua en algunos de los cauces de los que se surtían.

La importancia de tales instalaciones en las comunidades rurales fue muy grande, pues en ellos se abastecían de herramientas, aperos de labranza, clavazón y utensilios domésticos. Sus sistemas de explotación eran muy variados, desde algunos, que eran propiedad de un monasterio, a otros, la mayor parte, que eran particulares y pertenecían a uno o a varios propietarios, en este último caso su explotación se llevaba a cabo mediante un riguroso turno, veceras, en función de la cuota de propiedad que cada cual tenía en ellas lo mismo ocurría llegado el momento de realizar reparaciones u obras de mantenimiento.

Las ferrerías precisaban para su funcionamiento de dos materias primas: mineral de hierro y carbón vegetal. La primera se encontraba en pequeños veneros que los naturales de cada zona conocían y de los que habitualmente extraían el mineral. Respecto a la segunda, el carbón vegetal, debía ser fabricado en el monte a partir de las raíces o cepas de uz, carbón de torgos, o de maderas de castaño y roble todas ellas muy abundantes en nuestra región.
Para la comercialización de los productos resultantes, en los pueblos en los que había ferrerías y cuya producción alcanzaba la suficiente importancia, contaban con recuas de mulas para dar salida al clavazón y al herramental fabricado hacia los mercados de Castilla y Galicia.


Una profesión profundamente ligada a la industria del hierro fue la de carbonero. Ya comentamos la importancia y volumen que tenía el carbón vegetal en el proceso de fabricación, pues este carbón tenía una doble misión, por una parte aportaba el calor para la combustión y por otra hacia de reductor.
El combustible utilizado en las ferrerías era el carbón vegetal. Este se obtenía a partir de la leña de los bosques y generalmente en el mismo monte, en un lugar próximo al de la tala de árboles. Era considerable la cantidad madera que se gastaba en estas épocas, en la fabricación de carbón. Se puede afirmar que esta fue una de las causas de la deforestación de nuestros bosques durante los siglos XVII y XVIII.
La leña, de diversos grosores, se apilaba y posteriormente se le daba fuego. Una vez carbonizada se le tapaba con tierra con el fin de controlar la combustión, evitando que queden tiros de aire, pues, esto haría que la combustión fuese completa y la leña quedase reducida a cenizas.
De la clase de madera empleada dependía la capacidad calorífica del carbón obtenido, siendo las mejores las de roble y castaño y, aún mejor, el carbón de torgos, obtenido partiendo de las cepas de uz o beriño.

El proceso de carbonización se comienza excavando, en un terreno ligeramente inclinado, un hoyo de 0,5 a 1 metro de profundidad y 2 metros de diámetro, realizando en la parte de abajo del hoyo, una rampa sobre la que se harán rodar, con el fin de apagarlos los carbones aún encendidos.
Se empezará colocando en el centro del hoyo un montón de palos secos y pequeñas astillas para encender el fuego, a continuación, se van colocando todos los maderos mayores, seguidamente, los de mediano tamaño y, por último, los mas menudos. El fuego se va propagando de adentro hacia afuera y cuando todo el montón este recubierto de una especia de ceniza blanquecina se procede a taparlo con tierra, evitando todo posible respiradero.

Así se deja durante un cierto tiempo, generalmente toda la noche, ejerciendo sobre la carbonera una especial vigilancia, con el fin de controlar el que no se produzcan chimeneas o tiros que arruinarían todo el proceso.
A la mañana siguiente ya está la carbonera lista para destapar y apagar los carbones encendidos, para ello se les hace rodar por la rampa o tendal, luego se cargan en sacos y se transportan con caballerías hacia los lugares de consumo. Algunos carboneros que no poseían animales de carga llevaban ellos mismos los sacos a su espalda utilizando una cinta atada desde la frente.

Para el establecimiento de una ferrería, era factor de suma importancia, asegurar un regular aprovisionamiento de carbón vegetal, no sólo para aplicarlo como vimos al proceso de fabricación, sino también para la calcinación del mineral de hierro. Junto a estas instalaciones de ferrería, o en lugares relativamente próximos, debían existir bosques con abundante arbolado, del cual estas pudieran beneficiarse.

asturias.grao.net

2 comentarios:

  1. Hola Marisa.- ¿Has oído hablar del "machuco" de cerca de Belmonte? Yo lo he visto funcionar. Es ua especie de martillo pilón accionado por el agua del río. En el momento de funcionar no me hice mucha idea de cómo lo hacía. Lo que sí recuerdo era que pegaba unos golpes terroríficos sobre la pieza. Dicen que es de la edad media. Está a orillsa del Pigüeña antes de llegar a Belmonte. Si encuentras algo será interesante. Saludos.

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  2. ¡Es infinita la riqueza cultural de nuestra región! Salu2.

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