viernes, 30 de septiembre de 2011

GIJÓN LA CREACION DEL GREMIO DE MAREANTES


un medio de vida de la gente de mar, consistía en acudir rápidamente al encuentro de los buques que se acercaban a Gijón para proporcionarles personal experto y conocedor de la costa que les facilitara la entrada en el puerto, sin peligro alguno. Quien primero se aproximara al barco, se aseguraba una muy apreciable ganancia, pues los buques pagaban con largueza, además de la buena guía y practicaje, el servicio de remolque que les prestaban desde el momento en que las velas no les eran necesarias. Era una faena que daba lugar a verdaderas regatas entre las pequeñas embarcaciones gijonesas.

EL GREMIO DE MAREANTES-
Consecuencia natural de estas actividades pesqueras, han sido las organizaciones que vinieron a poner freno a las libertades y apetencias despertadas en torno al negocio y fijaron normas para una explotación racional. por los siglos 1.200 a 1.500, en casi todo el litoral peninsular, tenía jurisdicción la "Hermandad de las Marismas", de la que dependieron las Cofradías de Mareantes, que adquirieron gran preponderancia, principalmente en los siglos XIII y XIV, y que se regían por un reglamento, común a todos los pueblos del Cantábrico.Creada la de San Sebastián en la centuria últimamente citada, bajo la advocación de Santa Catalina, supónese que de ella fue imitada la fundada en nuestra villa con el nombre, también, de "Cofradía del Gremio de Mareantes de Santa Catalina".

Larga historia es la de este Gremio, tanto por la complejidad de su funcionamiento y Ordenanzas como por la participación que tuvo en la vida oficial de la villa durante muchos años. Por eso hemos de limitarnos a recoger algunas de sus actuaciones.

Realizábase la pesca de la ballena en época próxima al invierno. Salían los arponeros unos ocho días antes de la festividad de Todos los Santos, y se prolongaba su labor por los meses de diciembre, enero y febrero. De la habilidad de los pescadores en el manejo de arpones y sangraderas dependía, naturalmente, la mayor cantidad de apresamientos, lo que daba ocasión a que algunos exigieran mayor pitanza, dando lugar a escisiones, pleitos y multas. Según rezan antiguos papeles, de un ballenato podían sacarse hasta doscientas arrobas de aceite, destinado a usos domésticos y grasas para diversos fines; de sus huesos se hacían muebles y arcos para puertas, y de sus vértebras, sillas y otros pequeños muebles. Venían luego el remate y reparto de las piezas apresadas, operación en que intervenían el propio apresador y un diputado, nunca otra clase de justicia, observándose este acuerdo con tal rigurosidad, que comprobada la existencia de cualesquiera representates de ajena justicia, la operación era declarada nula.En el reparto, la cuarta parte de lo apresado se destinaba a los armadores; el vientre de la ballena, a la capilla de Santa Catalina, patrona del Gremio, como es sabido; un ala era para el pescador y otra para la comunidad, cumpliendo así una costumbre antiquísima. El resto se distribuía en soldadas entregadas a cuantos habían intervenido en las faenas bonándose una soldada entera a los balleneros ancianos y media a las viudas de los marineros agremiados.

Llegó el Gremio a ser una fuerte organización que contaba con un vicario, un médico, mayordomos, diputados, etc., con influencia, además, cerca de los Poderes Públicos, nada propicios en aquel tiempo a amparar en sus derechos a los Ayuntamientos.
Al publicarse una Real Cédula del primer Rey de la Casa de Borbón, Felipe V, implantando las matrículas de mar en todas las costas españolas y disponiendo que se matriculara toda la gente que usara en ellas del arte y oficio de marineros, para servir a los buques de la Armada nacional. Comisionando el cabildo municipal para divulgar la real disposición, salieron pregonero y tambor y se enviaron copias a cada una de las parroquias del concejo. Pusieron los del Gremio el grito en el cielo y se produjo tal alboroto y confusión, que llegó un momento en que se mezclaron grupos de uno y otro bando-agremiados y no agremiados-y todo el barrio se convirtió en campo de batalla, resultando totalmente inútil la intervención de los cuadrilleros de la justicia. Muchos vecinos salieron heridos entonces, lo mismo que en las muchas trifulcas que cada dos por tres se suscitaban.

Reorganizados por los Reyes Católicos en 1.489 y desaparecida la "Hermandad de las Marismas" en 1.511, los Gremios de Mareantes continuaron funcionando durante tres siglos, hasta que se extinguieron en 1.868.

Fuente visitada.
Biografía de la Villa y Puerto de Gijón- Joaquín A. Bonet.

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