sábado, 6 de julio de 2013

PARQUE ARQUEOLÓGICO DE LA CAMPA TORRES. (GIJÓN)


El conjunto defensivo del castro está compuesto por un foso en forma de «V» y excavado en la roca base, contrafoso o muralla inferior, ante castro y muralla. Todos estos elementos forman uno de los conjuntos de arquitectura más espectacular y absolutamente desconocida en fechas tan antiguas en la fachada atlántica peninsular, ya que su construcción puede datarse a mediados del siglo VII a. C. o inicios del siglo VI a. C. Tal vez el rasgo más original, propio y particular de este complejo defensivo, es la compartimentación de lienzos de muralla en tramos yuxtapuestos o «módulos», que consiste en la realización de tramos oblongos e independientes que se solapan unos a otros conectándose, aunque sin entrelazarse entre sí. El método requiere unidades ceñidas por un paramento externo a lo largo del todo el contorno, de ángulos redondeados y un relleno de bloques de piedra de disposición irregular en su interior. Este sistema de murallas de módulos fue definido por primera vez por el arqueólogo José Luis Maya González. Tanto en el intramuros de la muralla, como en el del contrafoso, se pueden observar varias cajas de escaleras para acceder a la parte superior de la estructura.


En la llanada interior o poblado se deben distinguir dos tipos de arquitectura doméstica: las cabañas astures y las viviendas romanas. Cronológicamente hay que precisar que las indígenas aparecen en el castro con su fundación y perduran en los primeros momentos de la romanización; el cambio de era es el punto de partida para las primeras construcciones romanas, que verán su decadencia en los finales del siglo III e inicios del IV.


Se han localizado cabañas astures en dos zonas del yacimiento, inmediatamente detrás de la muralla y en la campa propiamente dicha. Todas las casas astures estaban construidas con materiales de carácter perecedero (madera, barro, hierba, paja, etc.), presentan planta circular o semicircular, hogares decorados o no y pavimentos de arcilla compactada. Las viviendas son modestas, en ellas, sólo debían desarrollarse unas pocas actividades, como dormir, guarecerse de las inclemencias del tiempo y guardar sus enseres más preciados.


Las casas romanas son de planta cuadrangular; existen desde los modelos más sencillos de un cubiculum a las de varias habitaciones. Estaban construidas con piedra del lugar, utilizando barro como argamasa y en algunos casos trozos de tegulae y ladrillos. Los pavimentos los constituían arcillas y diminutos cantos rodados. Los tejados podían ser de dos o cuatro aguas y estaban construidos mediante estructura de madera a la que se fijaban las tejas.


 Los primeros habitantes de Noega (astures) descubrieron la existencia de manantiales subterráneos y captaron sus aguas mediante la construcción de pozos y aljibes para abastecer al poblado. Los primeros pobladores de Noega se llamaron a sí mismos cilúrnigos, nombre de raíz céltica que posiblemente significa ‘los caldereros’, y que tal vez hacía referencia a una de sus actividades más importantes: la fundición de metales.

Metalurgia-
Los astures de Noega se dedicaban fundamentalmente a la fundición del bronce (aleación de cobre y estaño), oro, plata y siderurgia del hierro. Esta labor exigía unos profundos conocimientos sobre la metalurgia, ya que los indígenas obtuvieron un gran rendimiento, convirtiendo al poblado de Noega en uno de los asentamientos más ricos de toda la costa Cantábrica. En el yacimiento, se han recuperado gran número de objetos como prueba de esta actividad: crisoles, toberas, moldes de fundición, lingoteras, fíbulas, pendientes, pasadores, agujas, anzuelos, anillos, cuentas, etc.


Agricultura y recolección-
La agricultura es una de las actividades peor constatadas en el registro arqueológico de la Campa Torres, pero se han conservado restos de trigo vestido o escanda y cebada. El primero panificable, que es preciso descascarillar, y con paja aprovechada como alimento para ganado o cubrimiento de los tejados; la segunda, se debía consumir en forma de gachas, como las tradicionales fariñes o farrapes asturianas, y también se pudo usar para obtener diversas bebidas, como la cerveza o el agua de cebada. La escasez de cereales en el norte obligó a sus habitantes a buscar otro tipo de recursos vegetales para suplir esta deficiencia, siendo uno de ellos la bellota, que permite tras su tostado y machacado obtener una harina que podía ser consumida como la cebada. Posiblemente se consumió la berza silvestre. Las avellanas y nueces completarían el panorama alimenticio de origen vegetal constatado en Noega.


Ganadería-
Por los análisis faunísticos realizados en la Campa Torres se sabe que los astures eran ganaderos. Destaca en su cabaña la abundancia de bóvidos, que debió ser el animal más aprovechable para consumo cárnico, utilizado también por sus productos lácteos y como animal de tiro, ya que parece clara la existencia en estas fechas del carro. El hecho de que se haya observado que buena parte de los restos de vacuno sacrificados posea menos de dos años de edad implica un despilfarro, denotador de una riqueza suficiente como para no esperar al período de plenitud del animal, pues es en esta época cuando ha alcanzado el peso óptimo y la madurez reproductora.


Le siguen por importancia los ovicápridos, dominando las ovejas sobre las cabras; su carne se consumía cuando los animales contaban entre año y medio y dos años, es decir, después del primer parto, aunque no se descarta su uso como fuentes de recursos cárnicos, lácteos y de lana.


El cerdo ocupa el tercer lugar en la cabaña ganadera de los cilúrnigos, aunque es difícil diferenciar los restos del cerdo doméstico de los del jabalí. No se descarta la posibilidad del mestizaje entre ambos, al poseer una cierta semilibertad este tipo de animales.

El asturcón, caballo asturiano, cuenta con una presencia relativamente escasa: en un principio se pensó que los animales de la Campa Torres habían sido cazados, pero el análisis meticuloso de los restos se observó que se trataba de caballos viejos y domésticos, al aparecer lesiones en las patas delanteras, características de animales de monta por cargar el peso sobre dichas extremidades, a diferencia de los de tiro, que las padecen en las patas traseras. En algún ejemplar aparecen marcas de descarnamiento en edades anteriores a los cinco años, de lo que se deduce un fin alimentario o sacrificial.

El perro es un animal pocas veces aludido en la prehistoria cantábrica, pero en Noega, se cuenta con restos de tres ejemplares de buen tamaño que debieron ser utilizados en el pastoreo, así como en la caza, y no consumidos habitualmente.


Caza, pesca y marisqueo
La práctica cinegética por parte de los cilúrnigos era considerada como una actividad lúdica, deportiva o de obtención ocasional de carne al margen de los animales domésticos criados en el poblado. La especie más cazada era el ciervo, que debía encontrarse en los bosques al sur de la península de Torres, generalmente ejemplares jóvenes (menos de cinco años), pero no siempre, ya que también se han encontrado restos de cuernas trabajadas de animales mayores. El resto de especies cinegéticas se completa con jabalíes, cabras montesas, corzos y varios tipos de aves.


La pesca era una actividad que se realizaba en el litoral inmediato, en especial en zonas rocosas próximas y en menor grado en playas. Entre las capturas más frecuentes se pueden destacar la maragota, el sargo, la chopa, el pargo, la breca, la dorada, la lubina, el mújol y el chicharro. Excepcionalmente se han encontrado restos de caballa, o verdel, especie pelágica, pero no se puede asegurar que hayan realizado pesca de mayor altura, ya que esta especie se aproxima a la costa estacionalmente. Todo hace suponer que la pesca se realizaba bien desde tierra o bien desde pequeñas embarcaciones muy rudimentarias, al haberse encontrado anzuelos de varios tipos y tamaños, pero ningún tipo de pesas perforadas o entalladas, como ocurre en otros yacimientos del noreste y que nos informarían del uso de la red.


Se han encontrado restos del aprovechamiento de diversos tipos de moluscos, principalmente de roca y también de arena. Han aparecido concheros en el interior de la muralla con restos de lapas, monodontas, mejillones, berberechos, percebes, caracolas y erizos de mar. Es indudable que fueron destinados al consumo, apareciendo entremezclados con espinas de pescado e incluso con marcas de fuego, pero también tuvieron un uso ornamental o como menaje. De entre los crustáceos sólo el consumo de buey de mar o ñocla ha dejado constancia.

Un hallazgo excepcional en el castro, fue la aparición de restos de ballena gris en niveles muy antiguos astures, probablemente se trató de un animal varado en la costa del que debieron aprovechar su carne, grasa y huesos.

Fuente visitada.
Wikipedia

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